Nuestra historia no comenzó con fuegos artificiales ni gestos grandiosos, sino con la naturalidad de lo cotidiano. Él llegó a trabajar a la misma empresa donde yo estaba, y así, con el pasar de los días, empezamos a hablar… y 6 años después aquí seguimos.
Recuerdo que nuestra primera cita fue nuestra primera cita fue un café en casa. Hacía un día de perros y era un domingo por la noche y de resaca. Hablamos y reímos mucho.
Unos días antes de nuestro viaje a Venecia, en mi cumpleaños número 31. Salimos a cenar y de repente, con todos nuestros amigos presentes, Rubén me pidió matrimonio. Sin decirle nada a nadie. Una sorpresa para mí pero también para ellos.
La búsqueda del vestido fue todo un desafío. Nunca me imaginé vestida de novia, sin saber realmente lo que quería y sintiéndome un poco incómoda con todas las opciones que probaba. Después de visitar varias tiendas y empezar a perder las esperanzas, finalmente llegué al lugar adecuado: El Ático. Brenda pasó mucho tiempo hablando conmigo, entendiendo mis gustos y preferencias, el tipo de boda que quería, mi personalidad... ¡y realmente me escuchó! El primer vestido que me probé resultó ser el elegido. Al ponérmelo, no pude contener las lágrimas. Fue una mezcla de alivio y emoción al darme cuenta de que era EL vestido. Simple pero único. Ligero, cómodo, sin peso alguno, y finalmente me sentí como una verdadera novia. Sabía que podría moverme con libertad, saltar, bailar, correr... y al mismo tiempo me sentía femenina y guapa. Sin necesidad de encajes, brillos, plumas o adornos, la forma y el corte del vestido se adaptaban perfectamente a mí. No me sentía disfrazada, simplemente era yo misma. La capa fue el toque final perfecto.
Teníamos claro lo que queríamos. Una boda relativamente pequeña con la gente que queríamos y que fuera una fiesta para todos. Era la primera boda en nuestras familias, la primera nieta y el primer nieto en casarse. Era muy especial para todos y lo vivimos como el mejor día de nuestras vidas.
El día de mi boda se me pasó volando. Recuerdo querer parar el tiempo todo el rato. No estuve nerviosa, no me dio tiempo. Al rodearme de los mejores profesionales me lo hicieron todo muy fácil. Lo recuerdo con una sonrisa ahora mismo mientras escribo. Fuí MUY feliz. Nunca había pensado en casarme y hoy puedo decir que volvería a hacerlo iban a y mil veces más.
Recuerdo muchos momentos con mucho cariño como cuando le regalé mi ramo a mi madrina. Mi abuela siempre quiso regalarme el vestido de novia. Ella falleció hace dos años y mi madrina tomó su palabra y quiso regalármelo ella. Yo siempre había pensado que si algún día me casaba mi ramo sería para mi abuela, así que como ella tomó ese papel no dudé ni un segundo en a quien se lo iba a dar. Mi abuela estuvo conmigo toda la boda, llevaba puesto su reloj que me regaló poco antes de irse. Los pendientes eran de mi madre el otro pilar en mi vida.
Otro momento que recuerdo es cuando nuestra perrita de 8 años Troula nos trajo los anillos.
Nadir, nuestra Love Warrior de nuestro punto de venta en Vigo, lució nuestro vestido Afrodita y nuestro sobrevestido Lyacena modificado.
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